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Tu lees porque piensas que te escribo... Eso es entendible. Yo escribo porque pienso que me lees... Y eso es algo terrible.

21 enero 2007

CARTAS QUE NUNCA...(5)

Posted by Picasa Ya sabes que desde que no estas no tengo casi motivos para sonreír, me cuesta mucho salir de casa si no es para ir a trabajar y los días se me hacen muy iguales los unos a los otros, es como si pasasen una y otra vez la misma película triste. Pero esta noche parece una buena noche. Es tarde, nieva, hace frio y hay poca gente por la calle. No he pensado casi en ti en todo el día, y por fin parece que podré pasear por esta ciudad sin la sensación de estar en una ciudad abarrotada de caras aparentemente felices. No me preguntes porque, pero la sensación de estar en una ciudad desierta hace que me sienta un poco menos solo.
El centro de Praga parece un hormiguero, esta prácticamente tomado por el turismo. Pero hoy no, hoy hace frió y nieva, y la gente parece haber decidido no salir o haberse retirado de las calles ya. No hay coches, no hay sitios abiertos, las ventanas de las casas están todas cerradas y apenas se ven luces en ellas.
La nieve hace resbaladizo el suelo de piedra, pero a la vez amortigua el sonido de mis pisadas, lo que hace que el silencio cubra casi por completo la parte vieja de la ciudad que me rodea.
Cruzo el Puente de Carlos IV y esta tan vacío como el resto de la ciudad, tan solo me cruzo con la interrogante mirada de unos ojos pardos. Una chica delgada de piel blanca me mira curiosa.
Desgraciadamente, una vez pasado el puente, la gente empieza a aparecer. No mucha, pero la suficiente para hacer que la ciudad pierda su encanto de antigua ciudad mágica. En el ayuntamiento la gente se arremolina alrededor del reloj esperando que aparezcan las figuritas que dan las horas en punto, ¡La gente se deja asombrar por cualquier cosa! El reloj de cuco de juguete de mi sobrino es mas espectacular que este, pero parece que nadie mas que yo se da cuenta, y no paran de hacerse fotos junto a él.
Ya sabes que no soporto las muchedumbres, ni siquiera las pequeñas muchedumbres como esta. Así que doy un giro de 180 grados y desisto ante mi idea de cruzar la ciudad.Ya me parecía a mi mucha suerte encontrarme apenas con una sola persona durante mi paseo.
Vuelvo sobre mis pasos, afortunadamente el Puente parece más o menos igual de vacio que cuando lo deje. Tan solo un par de parejas de ingenuos frotando, en busca de deseos, la estatua de San Juan Nepomuceno. Un cura que al rey le dio por tirar desde el puente por no revelar lo que la reina le decía cuando la confesaba. Así que simplemente por cumplir con su deber (cierto es, que hasta limites extremos) le canonizaron y ahora dice la leyenda que al tocar su estatua puedes pedir un deseo. Ya me dirás la lógica de todo esto… ¿Porque un cura asesinado va a conceder deseos?
La estatua es oscura por completo, excepto una pequeña parte de su base que ha dado a paso a un color dorado de haber sido tan tocada.
Espero a que se vayan todos, y caigo en la tentación… Sonrío, me acerco a la estatua e intento ser coherente con la historia; acaricio la base de la estatua y pido que mis oscuros secretos no se sepan jamás.
Ni rastro de la chica de ojos pardos.
Mientras dejo el puente atrás, no puedo evitar decir en voz alta que espero que ese monje siga cumpliendo con su deber después de muerto.
Una hora después, llegando a casa me sorprendo una vez más sonriendo, dos veces en un mismo dia, algo raro me debe estar pasando. Es esa mirada. Pienso en ella durante unos segundos y con ello me viene un batiburrillo de extrañas y olvidadas sensaciones a la cabeza. Por encima de ellas destaca la sensacion menos creible de todas. La de que esos ojos pardos podrían ser la solución a mi escasez de sonrisas.
No se, ¿Tu que crees? Seguramente tan solo sea una ilusión tonta, uno de esos autoengaños a los que bien sabes que me tengo acostumbrado… pero el caso es que, aun sabiendo todo esto, no consigo borrar esta estupida sonrisa de mi cara.