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Tu lees porque piensas que te escribo... Eso es entendible. Yo escribo porque pienso que me lees... Y eso es algo terrible.

26 junio 2006

HISTORIAS QUE NUNCA...(4)

TANGÓN

Mi abuelo era un hombre extraordinario, llego a ser el mejor bailarín de tango de toda Argentina, pero al morir mi abuela nunca más quiso volver a bailar. -Me quede “rengo”, hijito- Me contó un día que le pregunte el porqué. -Perdí la mitad de mí, la mitad que más quería. Y no se puede bailar el tango con una sola pierna-
Escuchando a mi abuelo, empecé a descubrir las cosas que quería de la vida, y una de ellas era, sin lugar a dudas, una pareja de tango.
Eso fue exactamente lo que me atrajo irremediablemente hacia ella; ¡Tango! Se respiraba tango al pasar cerca de esa mina. Olía como a “facturas” recién hechas, sus ojos reflejaban noches de milonga. Su cabello negro y rizado, su boca carnosa y roja, su voz ligeramente ronca, la forma de moverse, la manera de hablar, todo, todo parecía hecho a propósito para el tango.
La descubrí el verano posiblemente mas caluroso que ha cubierto a Madrid. Era un verano que te hacia pensar que no volvería haber otro invierno.
Cuando la vi el blanco de su vestido reflejaba el sol sobre mis ojos, su cuerpo se entregaba a la sensualidad de un baile caribeño. Una vieja radio a sus pies desprendía la música que la movía. Ella agarrada a una escoba, barría, entre paso y paso de baile, los escalones del portal del edificio en el que yo vivía.
No pude evitar pararme delante de ella, y a la distancia justa para que no me barriese los zapatos, preguntarle: "¿De donde saliste vos, criatura? ¿y por que nunca te vi antes por acá.?
"Era la hija de la portera, recién llegaba del pueblo, venia a ayudar a su madre con las labores de la portería. No debía de tener más de 20 veranos (19 de ellos con certeza menos calurosos que este)". Me quede embobado mirándola mientras ella me explicaba, con una sonrisa entre picara y maliciosa.
Y ahí lo supe, sin más, sin dudas; había encontrado mi pareja de tango.
No importaba que fuese de un pueblo perdido de España, para mi venia de la misma calle de Caminito en Buenos Aires. No importaba si ella sabía o no bailar el tango. (Total, yo por mucho que me creyese un buen bailarín, nunca pude dejar de pisar a mis parejas de baile)
Pero ese día supe que si alguna vez quería bailar el tango como mi abuelo, solo había una manera de hacerlo. Y esa manera, era bailarlo con ella.
No se porque a mi estas cosas me pasan en el momento más inoportuno de mi vida, pero así ha sido siempre.
Tantas cosas pérdidas o que no he tenido, tantas oportunidades desaprovechadas, tantos arrepentimientos por no haber hecho o dicho algo… ¡Todo por no ser el momento o el lugar adecuado! O quizá porque yo creía que no lo era.
La visita a mi portal se debía a que me estaba mudando a un piso más grande en otra ciudad con mi mujer. ¡Acababa de esposarme!
Por otra parte, cuando llevaba tan solo cinco escasos minutos hablando con ella, apareció una moto, con un tipo joven y “fachero” que vino a buscarla, saludándola con un beso en los labios.
Ya desde la moto, ella giro la cabeza y volvió a asomar esa sonrisa que dejaba entrever que quizás en otro sitio, en otro momento....
La moto se fue alejando y con ella todas mis esperanzas de ser un gran bailarín de tango.

No dejo de pensar que de todo lo que nunca he tenido, ella es lo que más echo de menos.


By:
    Nene
         (Y Ray)