LA PROMESA
No
se tú, pero yo recuerdo con claridad cada momento de aquellos dias. Pero sobre todo, sobre todo ese ultimo dia...
Los
dos corriendo de la mano, huyendo hacia nuestro lugar
secreto, fantaseando con que jamás nos encontrarían, en que podríamos permanecer
juntos para siempre, escondidos, en el aquel viejo edificio. En lo alto del tejado de esas 9 alturas, que tan lejanas al suelo nos parecía en aquellos
tiempos.
Nuestro
lugar favorito. Donde era posible alargar los dias, donde nos alcanzaba la noche y aveces de nuevo el dia, donde mirabamos divertidos lo que nos parecían pequeños
enanos con prisa, que iban de un lado a otro sin parar, donde podíamos observar
sin ser vistos, donde nos dimos el primer beso, donde tanto hablamos de lo que
podíamos conseguir juntos.
Pero
ese día era distinto, era el último día, y la importancia de ese hecho
nos pesaba más que cualquier otra cosa que nunca hubiéramos levantado.
En
ningún momento soltaste mi mano, como si con eso pudieras evitar lo que los dos
sabíamos inevitable. Me apretabas tan fuerte que dolía, pero ese dolor
apenas eran cosquillas ante un dolor interno mucho más angustioso.
Ni
tú ni yo podíamos hacer nada en contra de lo que nos parecía nuestro funesto
destino. El verano se había acabado y nuestras ciudades estaban separadas por
casi mil kilómetros, lo cual, con 14 años y sin tan siquiera una bicicleta en
propiedad, resultaba una distancia insalvable.
El
tiempo pasaba, y a pesar de creer que nadie conocía nuestro escondite, temíamos,
no sin razón, que no tardarían en encontrarnos.
Ninguno
de los dos se animaba a hablar, nuestro silencio parecía una señal de luto
adelantado, solo pensar en separarnos ya dolía como cien caídas seguidas del
tejado donde nos encontrábamos.
Pero
ahora entiendo que justo en ese momento, a pesar de que todavía seguíamos
juntos, fue la primera vez que estábamos solos desde que nos conocimos. Aun de
la mano empezamos a sentir en nuestro interior, toda esa soledad que pronto iba
a llenar también todo nuestro alrededor.
El principio del fin no tardo mucho más en llegar: Las voces
de nuestros padres buscándonos. Ya no quedaba tiempo para nada... El temido momento nos iba a pasar por encima
como un rio desbordado. Nos miramos fijamente por ultima vez, ya casi ni sentía la mano por la
cual apenas debía circular sangre, y entonces me preguntaste:
-¿De
verdad me quieres?
- ¡Te quiero, y te querré
siempre!
- No digas eso, eso no
puedes decirlo.
-
¿Por qué?
- Porque el
tiempo pasara crecerás y me olvidaras, conocerás otras chicas, pensaras en
otras cosas y ya nada será igual. Ahora somos unos niños y todo es muy fácil,
pero cuando seamos mayores las cosas se complicaran, mi padre siempre lo dice.
- Pues
entonces no creceré, seré siempre un niño, y así podré quererte siempre
- ¡No digas
tonterías Pedro! Todo el mundo crece
- Pues yo
no... No lo haré. ¡Te juro que nunca creceré!
No
se donde andarás ahora, y si eres tu la que al final consiguió olvidarme, ya
que después de aquel verano no he vuelto a verte.
¿Que
puedo contarte, después de tantos años?
A
pesar de lo que creíamos, sobreviví a nuestra separación, como imagino que tú
también harías. Aunque tu recuerdo me ha acompañado gran parte de mi vida, con
esfuerzo y tiempo he aprendido a esconderlo, más o menos bien, tras varias
caretas de felicidad, seguridad o simplemente indiferencia.
Pero aun así, he de confesar que en el terreno sentimental, las cosas no me han funcionado del todo bien… No creas que pretendo convencerte que durante todo esto tiempo me he mantenido fiel a tu persona como un monje franciscano. No es eso… Aunque desde aquel día muchas veces puedo sentir tu mano apretando la mía con fuerza, he conocido a muchas mujeres y he tenido varias relaciones en las que he tratado de poner siempre todo de mi parte. Pero por alguna razón no consigo que salga bien, siempre termina igual. Una y otra vez soy acusado de lo mismo:
Pero aun así, he de confesar que en el terreno sentimental, las cosas no me han funcionado del todo bien… No creas que pretendo convencerte que durante todo esto tiempo me he mantenido fiel a tu persona como un monje franciscano. No es eso… Aunque desde aquel día muchas veces puedo sentir tu mano apretando la mía con fuerza, he conocido a muchas mujeres y he tenido varias relaciones en las que he tratado de poner siempre todo de mi parte. Pero por alguna razón no consigo que salga bien, siempre termina igual. Una y otra vez soy acusado de lo mismo:
Me
achacan que soy un caprichoso, que no tengo los pies en la tierra, que vivo de
sueños y utopías, que soy crédulo e ingenuo, sin la suficiente ambición
para estos días que corren, que no me tomo nada en serio, que quiero divertirme
todo el rato y que suelo huir de las responsabilidades. En fin, en
resumen; ¡Que soy un inmaduro!
Yo
en cambio prefiero pensar que aun existe la posibilidad de que pueda
encontrarte y sobre todo que siempre fui y soy un hombre de palabra….O mejor
dicho: ¡Un niño de palabra!
By
Nene
Nene