Hoy me
siento especialmente rodeado de ausencias. Como si tuviera toda la arena y
todos los horizontes vacíos del maldito desierto dentro de mi.
No sé el
nombre de esta ciudad. Ni el del bar en el que estoy. Y esta carta que escribo
ni siquiera es para ti.
Esto esta
lleno de gente, todo el mundo habla, parece ser que todos tienen algo que decir
menos yo.
Junto a la
máquina de discos una niña rubia y delgada, de unos dieciséis años, me mira con
cara inocente. Pero sus ojos la delatan. Cuando se da cuenta que no me engaña;
sonríe, echa una moneda en la maquina y se pone a bailar de forma extrañamente
sensual para una niña de su edad.
El gordo que
esta a mi lado no deja de observarla. Y echa miradas cómplices a sus amigos.
Doy la
vuelta al taburete y paso del espectáculo. El camarero me mira inquisitivo,
pero no me pregunta que quiero beber. Así que tomo la iniciativa y le digo
“dame lo que sea menos cerveza”. No quiero beber lo mismo que estos tipos.
Sorprendentemente el camarero acierta y me trae una botella de Jack Daniel´s.
Quien sabe, quizá ya he estado alguna vez aquí. No hay forma de saberlo.
La niña debe
estar intentando atraer mi atención porque cada vez siento más agitación detrás
de mí. No me preocupa, no es la primera vez que me la encuentro, y sé que sabe
como manejar los problemas. Sobretodo los que ella misma crea.
¿Que
demonios querrá esta chica? Que no para de regalarme variaciones del mismo
numerito allá donde vaya en esta ciudad.
Tengo
curiosidad, pero no la bastante como para acercarme a ella a preguntarle. Aun
conservo algo de mi instinto de supervivencia. Y además, por alguna razón ya sé
como va a acabar todo esto. Lo que no consigo entender es porque empieza.
Me dan ganas
de salir a buscar otro bar, pero sé que no serviría de nada, no tardaría en
volver a encontrármela. No sé si es que solo hay un bar en esta ciudad, si
realmente me está persiguiendo o si quizá soy yo el que lo hace. Pero me da
igual…. Hoy realmente me apetece beber algo. Así que voy a ignorarla y beberme
tranquilamente una botella de Jack Daniel´s.
Seria
maravilloso si en este bar hubiese algo menos de ruido, si ahí fuera hubiera
algo más que kilómetros de desierto hasta la próxima ciudad, si hoy fuese ese
día en el que sintiese el valor necesario para enfrentarme de una vez a esa
niña...
Pero ya me
he acostumbrado a aceptar que no se puede tener todo. Así que hoy me conformo
con tener algo, por poco que sea. Y ahora tengo un buen dolor de cabeza y toda
una botella, repleta de alcohol, a mi disposición. Cualquier otra cosa que
ocurra a mí alrededor, hoy no me importa ni lo más mínimo…
No te tengo
a ti, y eso es lo mismo que no tener nada.