¡MALDITA GENETICA!
Poco a poco he ido ganando casi todas las
batallas; He conseguido eliminar gestos, maneras, tonos y hasta pensamientos. He sido en ello
todo lo meticuloso que me ha sido posible, ya que desde hace mas tiempo del que
recuerdo, me ha aterrado acabar pareciéndome a ti.
No me malinterpretes, no es que fueras un mal
padre, al contrario. Pero simplemente, pronto me di cuenta que de ninguna
manera quería ser como tu.
Una vez resignado a compartir el mismo nombre y
apellido; me he ido encargando de borrar cualquier otro parecido que
pudiera vincularme contigo.
Rechace categóricamente cualquier tipo de drogas
y vicios por tu tendencia a todas las adicciones, abrace el deporte por tu
sedentarismo, me negué siempre ha ponerme un traje por ser tu prenda favorita,
camino despacio por que tu lo hacías deprisa, me afeito hasta dos veces al día
para que no exista huella de tu barba, tiendo a encorvarme por si acaso alguien
ve en mi tu andar erguido.
No necesito cerrar los ojos para que tu imagen se
me aparezca; Distante y cercano como se ve la cima de una montaña desde
lejos, con tu traje azul y tu barba desaliñada rodeando esa sonrisa de
superioridad tan típica en ti, como si tu siempre supieras algo que los demás no
saben. Acompañado siempre de mujeres a las que doblabas la edad,
jugándotelo todo en al doble o nada, sin que te importara nunca perder.
Repitiendo hasta la saciedad el mismo discurso, arrogante, testarudo,
caprichoso, divertido solo para los que no estaban cerca de ti, valiéndote de
la inseguridad de los demás para tu propia seguridad, escudándote en la razón y
la lógica para no tener que sentir y. a pesar de todo, siempre recubierto
de ese aspecto de haber encontrado la felicidad.
Y ahora después de todo este tiempo
aguantando, después de todo mi trabajo por evitarlo, de haber
adquirido esa personalidad tan diferente e independiente, de haber conseguido
lo que creía un triunfo sobre la genética…Ahora, me veo envuelto en esta aventura.
Inútil a la hora de cambiar el incontestable hecho de lo que siento,
sorprendido por la espalda, rindiendo las armas y perdiendo plácidamente la
guerra.
Ahora, ahora frente a ella; conquistado,
feliz, sin ninguna capacidad de resistencia, olvidando principios y
prejuicios... Me veo incapaz de apartar la mirada de esos ojos 20 años mas jóvenes
que los míos, ojos tan grandes y profundos que permiten que vea
claramente mi reflejo, un reflejo en el que no me reconozco, pero que
conozco bien; Veo facciones marcadas por el tiempo, ojos pequeños y tristes de extraño brillo, la misma barba y finalmente; esa conocida sonrisa socarrona que me dice de forma clara y con aire triunfal: Lo ves, hijo mio; De tal palo, tal astilla!
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Nene
Nene