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Tu lees porque piensas que te escribo... Eso es entendible. Yo escribo porque pienso que me lees... Y eso es algo terrible.

15 septiembre 2011

HISTORIAS QUE NUNCA...(10)

RING, RING,RING...

Mandy mira una vez más su teléfono, es la tercera vez que lo hace en dos minutos. Tiene claro que este acto reflejo es una tontería  y que el teléfono no va a sonar antes por mucho que lo mire. Pero no puede evitarlo, al igual que no puede evitar escuchar como su cuerpo entero le exige sentir de nuevo esa voz.
En realidad le sería simple complacer a su interior, bastaría con que en vez de mirar el teléfono una y otra vez, pulsara la tecla de llamada; Esa acción, inmediatamente, daría paso a escuchar  el sonido de esa ansiada voz. Y podría sentir como las palabras, provenientes del otro lado del teléfono, irían desde su oído hasta su ombligo calmando todo su cuerpo como pequeñas agujas calmantes de acupuntura, atravesando su cerebro, rellenando su corazón y disparándose desde ahí hacia sus extremidades, para subir de nuevo y convertirse en  hormigas que cosquillearian su estomago.
Pero claro, todo eso solo pasaría por dentro. Por fuera nada de esto ha de verse. Demostrar algo así es peligroso. Y esa es la misma razón por la que no marca su número, porque es él quien ha de llamar, ella ha de ser fuerte y aparentar.
Y es que la experiencia, (o la falta de experiencia, no sabría  muy bien cuál de las dos decir) poco a poco le ha hecho descubrir que el entusiasmo suele asustar, y el temor a asustar genera en ella aun mas temor. Porque es bien sabido que el miedo llama al miedo, dando paso a la parálisis  del cuerpo y a la congelación de los sentimientos, dominando cualquier intento de atender al corazón.
Así que aunque arda una bola de fuego en su interior, ella vestirá de invierno. 
Quizá de esta manera pueda encontrar una línea intermedia; menos miedo pero también menos pasión, menos placer y menos sufrimiento, evitar el contacto por miedo a la herida, ser fría, ceder la iniciativa, buscar y desear que sea el otro y no ella quien muestre el interés.
¿Pero donde esta esa fina línea que  decide que agrada y que abruma? ¿Y quién le enseño que debía esperar siempre a que le llamen,  que es mejor controlar su entusiasmo, que no debe decir “te quiero” hasta que un tiempo pase, que en el amor hay que medir y no sentir? ¿En qué lugar del camino aprendió a guardar y a contener en lugar de explotar y dar?
Mandy no puede evitar preguntarse, si está haciendo bien desperdiciando momentos mágicos e irrepetibles a cambio de otros que no se saben si llegaran.  ¿Es bueno de verdad sofocar el fuego de su interior a cambio de la posible durabilidad de las brasas? ¿No sería mejor lanzar una buena llamarada y ver si puede resisitir la intensidad del fuego, no sería una mejor forma de averiguar si ese sentimiento es de verdad?
Una vez más, mira su teléfono y ve el reloj...Entre todos estos pensamientos apenas han vuelto a pasar otros dos minutos, y se siente estúpida por pensar tanto en algo que no debería tener tanta importancia. Así que finalmente decide apartarse del teléfono para hacer algo que le entretenga el posible tiempo de espera. 
Mandy no está muy segura, pero cree que antes era más espontanea, más sincera, y seguramente más feliz… Pero debió ser que alguien, en algún momento del pasado, debió traicionarla o dañarla, o quizás reaccionó con temor a su buen entusiasmo y ahí el miedo entró en ella. Y una vez que el miedo entra, ¿Como haces para sacarlo? Debío ser entonces cuando le daría por pensar algo más friamente, escuchar  los consejos de los demás, observar como se comporta la mayoría que le rodea, se daría cuenta que sintiendo algo menos se sufre también menos y pensó que seguramente sería mejor así
Pero a veces en días como hoy; duda y se siente algo vacía por haber tomado el camino de la anestesia y maldice la hipocresía y el miedo que nos envuelve a todos, y tiene la tentación de volver atrás y no ser una más de ese “todos”…
Pero el miedo es fuerte, y la coraza que se ha ido construyendo ya es bien gruesa.  Parece ya tarde para cambiar de nuevo…
O quizás no, porque antes de alejarse del teléfono, con una vieja chispa de su fuego interior, manda un mensaje que dice: "Cuando tu teléfono no suena; ¡Soy yo!"

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Nene

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno mismo es siempre incapaz de describirse sin ser subjetivo pues es difícil mirar hacia dentro y ver la realidad. Por tu condición de amarillo sospecho que con tan solo la observación de mis movimientos y unos pocos comentarios provenientes de mi persona has sido capaz de armar ese texto que si bien no iba por mi, yo opino que es una radiografía de mi interior al mínimo detalle. Pero a lo mejor son imaginaciones mías pues uno nunca es objetivo con su persona.

Nene dijo...

Querida amarilla,
Para armar este texto, no me hizo falta observarte, ni escucharte, no me han servido mis años de estudio de psicoanálisis y neurología, ni tan siquiera ha requerido esfuerzo en mis dotes de escritor...
Ha bastado con mirar hacia mi interior, porque aunque pueda no parecerlo y sea difícil creerlo... Tú eres yo!

Claro que al hablar de mi persona como si fueras tu (no se si estoy siendo objetivo) ;)

TLQNTC dijo...

Quien no fue Mandy en algún momento de su vida?...Yo creo que todavía sigo sentada mirando el teléfono...Aún no aprendí eso que escribiste: "sientiendo menos, también se sufre menos"...
Deberías deleitarnos más a menudo con tus letras...(quizá no debería pedírtelo...sino esperar a que tú lo hagas no?...jajajajjj)...Un beso

Nene dijo...

Querida TLQNTC,

Quizás sea mejor no aprender nunca esas cosas.

Por otra parte; le prometo intentar (que en realidad es lo mismo que no prometer nada) ser más tenaz con su deleite. ;)

Besos