Datos personales

Mi foto
Tu lees porque piensas que te escribo... Eso es entendible. Yo escribo porque pienso que me lees... Y eso es algo terrible.

24 junio 2014

HISTORIAS QUE NUNCA...(21)

LA SONRISA

Poco a poco, los pómulos se alzan, los ojos se achinan ligeramente, unas leves arrugas se dibujan en
ambas comisuras de la boca y entonces, ¡entonces sonríes!
En ese momento siento como si todo mí alrededor se ralentizase, igual que en una de esa peliculas de Sam Peckpinpah que tanto me gustaban de niño. No puedo evitar que mis ojos se claven en tu rostro. Da igual cuanta gente haya, no veo a nadie más, no importa nada más. De hecho estoy tan abstraido que podría descarrilar el tren en el que nos encontramos y aun así yo no podría apartar la mirada de tu sonrisa.

Tengo la extraña sensación  de como si este instante fuera a cambiar toda mi vida.  Fijo uno a uno,  por pequeños que sean, cada  uno de los detalles en mi cerebro; tus labios rosados increíblemente definidos parecen dibujados por un escultor consciente de que va a ser recordado por esta obra maestra, llego a contar hasta ciento trece pequeños pliegues en tu labio inferior, bajo ellos una pequeña cicatriz parece querer convertir en terrenal lo celestial pero, al menos a mis ojos, ese intento carece totalmente de éxito,  tus dientes parecen confirmar mi impresión, ni rasgo de la mínima imperfección.

Aun a cámara lenta no puedo evitar que el instante poco a poco se vaya extinguiendo como si de una cerilla se tratase. Eso impide que grabe en mi mente más detalles que me gustaría haberme llevado conmigo para siempre. Tras la sonrisa te alejas y contigo la figura delgada por la que sin duda renunciaría para siempre a cualquier otro tipo de forma. Tu pelo canela, largo y liso, me dice adiós y toda mi ilusión del momento se esfuma en un instante. Las puertas se abren y se cierran y  tú, simplemente, desapareces.

No sé quién eres, tan solo estabas sentada frente a mí en el vagón.  Mirabas constantemente tu móvil y, sin el menor atisbo de duda,  el motivo de tu sonrisa era un mensaje recibido de “el”.
Una vez que ya no estas, y a pesar de la tremenda envidia que me provoca no ser yo quien provoca esa sonrisa, no puedo evitar que mis labios pronuncien un estúpido “gracias” en voz alta. Es un gracias para “él”. Gracias por haber hecho que yo pueda presenciar esta escena, por haber podido disfrutar de esa sonrisa que no voy a olvidar, una sonrisa unica que a pesar de haberla provocado él, al contrario que yo, no puede nada más que imaginársela.

Bien pensado no sería de extrañar que, en ese momento, también él estuviera envidándome a mí.

By
     Nene

No hay comentarios: